Gálatas 5:1 Estad pues firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres

¿Cómo quiere Dios que resuelvas experiencias pasadas dolorosas?

Primero, tienes el privilegio de evaluar tu experiencia pasada a la luz de quien eres ahora, a diferencia de quien eras antes.

La intensidad de la emoción primaria fue establecida por cómo percibiste el evento en el momento que sucedió.

Recuerda: tus emociones son un producto de cómo percibiste el evento, no el evento mismo.

Como cristiano, no eres un producto de tu pasado, eres el producto de la obra de Cristo en la cruz.

La carne, que representa cómo procesaste esos eventos de acuerdo al mundo y sin Cristo, permanece. Pero eres capaz de desconectarlo.

Cuando un evento presente activa esa emoción primaria, mucha gente cree en lo que siente en lugar de lo que es verdadero.

Por ejemplo, personas que han sido abusadas verbalmente por sus padres tienen dificultades para creer que son amados incondicionalmente por Dios Padre.

Sus emociones primarias sostienen que no son queridos por una figura paterna.
Ellos creen lo que sienten y su caminar no tiene rumbo.

Creer la verdad y caminar por fe es lo que nos hace libres.

Ahora que estás en Cristo, puedes ver esos eventos desde la perspectiva de quién eres hoy. Cristo está en tu vida ahora deseando librarte de tu pasado. Ese es el evangelio, las buenas nuevas: que Cristo ha venido a librar a los cautivos.

Percibir esos eventos desde la perspectiva de tu nueva identidad en Cristo es lo que comienza el proceso de sanar esas emociones dañadas.

Las buenas nuevas de Dios respecto a tu identidad se revelan en 2 Corintios 5:17
Por lo tanto, si alguno está en Cristo, él es una nueva criatura, las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas.

Esto es lo primero que debes creer para poder ser libre de tu pasado.

Efesios 4:32 dice: Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.

El segundo paso para resolver conflictos pasados es perdonar a aquellos que te han ofendido.

Después de animar a Cindy, una víctima de violación, para tratar con el trauma emocional de su violación, le dije: “Cindy, también necesitas perdonar a la persona que te violó” La respuesta de Cindy fue la misma que de muchos creyentes que han sufrido un dolor físico, sexual o emocional por causa de otros: “¿Por qué lo voy a perdonar? ¡No sabes el daño que me hizo!”

“Todavía te está dañando Cindy” le respondí, “El perdón es como detienes el dolor. Tú no lo perdonas por su beneficio, lo haces por tu beneficio”

¿Por qué debemos perdonar a los que nos han herido en el pasado?

Primero, el perdón lo pide Dios.

Tan pronto terminó Jesús de decir amén en su oración modelo (la cual incluye la petición de perdón), Él comentó: “si perdonan a otros sus ofensas, su Padre celestial también los perdonará, pero si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre les perdonará a ustedes las suyas” (Mateo 6:14-15)

 Debemos basar nuestras relaciones con otros con el mismo criterio sobre el cual Dios basa Su relación con nosotros: amor, aceptación y perdón (Mateo 18:21-35).

Segundo, el perdón es necesario para evitar la trampa de Satanás.

He descubierto por mis consejerías que la falta de perdón es lo número uno que Satanás usa para ganar terreno en las vidas de los creyentes.

Pablo animó al perdón mutuo “para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros, pues no ignoramos sus maquinaciones” (2 Corintios 2:11)

La falta de perdón es una invitación abierta para la atadura de Satanás en nuestras vidas.

Tercero, debemos perdonar como Cristo perdonó para evitar la amargura de nuestros corazones.

Pablo escribió: “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios 4:31-32)

Tu acto de perdón pondrá al cautivo en libertad, entonces te darás cuenta de que el cautivo eras tú.

Por Neil Anderson