Salmo 42:1-11

 Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.

Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?

 Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?

 Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí; De cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios, entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta.

¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación y Dios mío.

Dios mío, mi alma está abatida en mí; Me acordaré, por tanto, de ti desde la tierra del Jordán, Y de los hermonitas, desde el monte de Mizar.

Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas; Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.

Pero de día mandará Jehová su misericordia, Y de noche su cántico estará conmigo, Y mi oración al Dios de mi vida.

Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí? ¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo?

Como quien hiere mis huesos, mis enemigos me afrentan, diciéndome cada día: ¿Dónde está tu Dios?

¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí?

Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.

Reflexion:

Sin lugar a dudas, una de las herramientas más eficaces del enemigo para evitar que los creyentes experimenten la vida abundante que hay en Cristo y el gozo del Señor, es el desánimo.

Y este viene en diferentes presentaciones o formas:

Una es a través de las pruebas principalmente y otras veces el desanimo viene cuando no se cumplen o no vemos realizadas nuestras propias expectativas que tenemos de la vida.

Y creo que de alguna u otra manera todos nosotros hemos enfrentado o experimentado desanimo.

Esto se debe a que todos en cierta manera tenemos expectativas, por ejemplo en el trabajo, quisiéramos una mejor posición o un mejor sueldo, y muchas veces eso no ocurre y no tan solo no ocurre, sino que algunas veces hasta perdemos el trabajo que tenemos.

Tenemos expectativas en nuestra familia, los que somos padres, queremos sobre todas las cosas que nuestros hijos amen al Señor, queremos que sean obedientes, queremos que obtengan sabiduría de Dios para tomar buenas decisiones en la vida y por supuesto deseamos que tengan una carrera, un oficio o un trabajo donde les vaya bien.

Sin embargo, muchas veces esto no sucede. Por el contrario, enfrentamos la rebeldía de ellos, vemos como no desean el consejo de la Palabra de Dios y con tristeza vemos que toman malas decisiones y se desvían del buen camino.

También dentro de la iglesia tenemos expectativas, expectativas relacionadas al crecimiento espiritual de aquellos a los que ministramos.

Desearíamos ver un mayor despertar espiritual, un deseo de crecer en el conocimiento de Dios, de servir e involucrarse más en la iglesia.

En aquellos que están pasando por una crisis de familia, desearíamos que se resolviera su situación y en aquellos que padecen enfermedad desearíamos que sanaran lo antes posible.

Pero algunas veces pasa el tiempo y vemos que esto no sucede.

Creo que todos nosotros tenemos la expectativa de que cuando compartimos la Palabra de Dios con familia y amigos no creyentes, desearíamos que ellos recibieran el mensaje de salvación y en ese momento vinieran a Cristo en arrepentimiento y fe, pero muchas veces esto no sucede.

Y que sucede cuando estas expectativas no se materializan……………

A veces estas situaciones nos desaniman y algunos pareceríamos estar perdiendo la esperanza.

….nos sentimos tristes y decepcionados.

Y este sentimiento no tiene nada de malo, siempre y cuando no dejemos que nos consuma.

El desánimo ocasional es normal porque es parte de vivir en un mundo caído.

Pero debemos de tener cuidado como reaccionamos ante el desánimo, porque en ese estado de ánimo, podemos encontrarnos con que las circunstancias nos dominan, lo que puede hacernos pecar.

Debemos reconocer que estas circunstancias no se tratan solo de un problema momentáneo, sino que son situaciones de cuestión o relevancia espiritual.

Por ejemplo, podemos enfadarnos con Dios porque creemos que nos ha defraudado o que él no ha oído nuestras peticiones y como consecuencia no responderá.

O podemos pensar que si ya escucho ya debería haber respondido.

Cuando ese es el caso, lo que estamos diciendo es que nosotros somos más sabios que Él, y que el Señor debería haber resuelto la situación de acuerdo con nuestros deseos y en el tiempo que nosotros deseamos.

¿Puedes ver el orgullo que hay en ese razonamiento?

Es cierto que Él no espera que nos alegremos por nuestros problemas.

Pero por más difícil que sea la situación o el problema, lo primero que tenemos que hacer es buscar al Señor para decirle que estamos desesperados y lo necesitamos.

Necesitamos pedirle que nos ayude a poner nuestra mirada en Él en vez de en nuestras circunstancias, necesitamos humillarnos y aceptar que Él tiene autoridad sobre nuestras alegrías y sobre nuestras pruebas.

Necesitamos sumergirnos en la Palabra de Dios para descubrir lo que Él quiere hacer en nuestras vidas a través de la frustración y el dolor.

El mismo Señor Jesús sabía lo que era vivir con recursos limitados, ser cuestionado por sus acciones y experimentar el rechazo de aquellos a quienes buscaba servir

Juan 6:64-67 Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar.  Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre.

Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él.

Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? 

Pero a pesar de tal oposición, Él no dejó que las circunstancias afectaran su confianza en el Padre.

Nosotros podemos reaccionar de la manera correcta una vez que nos damos cuenta de que todo lo que sucede está diseñado para nuestro bien, esto es, para que podamos llegar a ser más como Cristo.

Romanos 8:28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. 

Recordemos cómo usó Dios las dificultades en la vida de personajes bíblicos como José y David.

Recordemos la fidelidad de Dios para con los que han confiado en El.

Recordemos la fidelidad de Dios para nosotros en el pasado.

Si, es posible que experimentos dolor durante una temporada, pero no debemos abrumarnos hasta el punto de darnos por vencidos.

Como cristianos, podemos refugiarnos en nuestro todopoderoso, sabio y amoroso Padre Celestial.

Así es que, si estas enfrentando desanimo, o sabes de algún hermano o hermana de la fe que este pasando por desanimo en su vida espiritual en este momento, oremos para que pronto llegue el momento en el que tu o esa persona vuelva a alabar al Señor con gozo en este mundo, como lo haremos eternamente en el cielo todos sus hijos.

Solo recordemos cómo nuestro Dios ha obrado en tiempos anteriores de desánimo, y tengamos la seguridad de que esta situación será otra historia de fidelidad para añadir a su colección.

Cuando confiamos que el Señor cumplirá sus promesas, nuestra fe se fortalecerá y gozaremos de paz y las dificultades que intentan desviarnos del camino perderán su poder, porque la esperanza sustituirá al desánimo y la confianza vencerá a la duda.