Efesios 6:10-11 

Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.

La guerra del Golfo introdujo algunas armas muy sofisticadas que nunca se habían probado bajo condiciones de batalla real.

La mayoría de las tropas no habían experimentado la guerra tampoco. Sin embargo, las tropas y el armamento combinaron una muestra de conquista militar sin precedentes en la historia.

La preparación probó ser un elemento indispensable en esa victoria aplastante. Eso incluía desarrollar y probar armas de alta tecnología, reclutar y entrenar tropas y hacerles participar en batallas simuladas.

Los generales saben que, si se atreven a entrar al campo de batalla mal preparados, están destinados a la derrota.

Por lo tanto, hacen todo lo posible para preparar a sus tropas para la victoria. De igual forma, nuestro éxito en la guerra espiritual es directamente proporcional a nuestra preparación.

Debes estar fortalecido en el Señor y en el poder de Su fuerza (Efesios 6:10) y también ponerte la armadura (verso 11)

Dios es tu fortaleza y tu fuente de victoria, pero debes confiar en Él y apropiarte de tus recursos espirituales.

Como dijo Oliver Cromwell “confía en el Señor y mantén seca tu pólvora”

Si retardas la preparación hasta que la batalla está encima de ti, es demasiado tarde.

Si tu armadura no está en su lugar, eres vulnerable a los dardos del enemigo.

Si descuidas la oración, adoración, el estudio de la Biblia, y otras disciplinas de fe, no puedes esperar prevalecer cuando se levanten escaramuzas espirituales.

Ningún soldado que valora su propia vida entraría al campo de batalla sin estar preparado.

¿Cuánto más los soldados de Cristo deben prepararse para luchar contra las fuerzas de Satanás? Sé diligente.

Cristo garantiza la victoria final, pero puedes perder batallas individuales si no estás preparado.

Aún es posible caer en periodos de letargo espiritual, indiferencia, impotencia e ineficacia, pero nada tiene que ver con tu mandato de pelear la buena batalla (1 Timoteo 1:18)

¡Que no te atrapen con la guardia baja!

Mantén puesta tu armadura y permanece alerta ante los ataques del enemigo.

 

Por John MacArthur